La disputa por la soberanía de la región del Esequibo entre Venezuela y Guyana está provocando divisiones entre las potencias mundiales.

Estados Unidos movilizó fuerzas en apoyo al gobierno de Georgetown, mientras el dictador Nicolás Maduro pospuso una visita a Vladimir Putin, buscando cooperación con Rusia.

Sin embargo, China, que normalmente permanece neutral en los conflictos globales, enfrenta el desafío de posicionarse ya que sus intereses económicos en América del Sur están en juego.

China es un importante acreedor y socio económico de Nicolás Maduro, con préstamos por valor de alrededor de 50 mil millones de dólares, pagados predominantemente con remesas de petróleo. Mientras que Guyana también ha fortalecido sus acuerdos comerciales, especialmente en el sector petrolero, con China en los últimos años.

El crecimiento del comercio bilateral entre los dos países alcanzó el 213%, y China National Offshore Oil Company (CNOOC) adquirió una participación del 25% en el consorcio de exploración petrolera liderado por ExxonMobil.

A pesar de sus inversiones en ambos países, China mantiene una posición neutral en la disputa, destacando la necesidad de una resolución pacífica a través de “consultas amistosas”.

La Casa Blanca también influye en la postura de China, haciendo menos viable la intervención en disputas regionales.

De momento, Pekín centra sus esfuerzos en pacificar las relaciones entre Venezuela y Guyana para evitar impactos negativos en sus inversiones y estabilizar su economía, que se ha ralentizado debido a la pandemia. El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta un crecimiento del 5,4% en la economía china para este año.

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